Saint Guilhem le Désert, situado en un hermoso marco natural, en la región de Languedoc-Rosellón es un bello pueblo que fue creciendo y rodeando una abadía que en el año 804 fuera fundada por Saint Guilhem, con el fin de resguardar allí parte de la Cruz que le fue donada por Carlomagno.
De esa vieja abadía sólo queda hoy una hermosa iglesia construida en el siglo XI, en tanto que parte de las columnas y del claustro de la vieja abadía forman parte hoy del Museo de los Claustros en Nueva York.
Un pueblo tan antiguo como éste conserva aún hoy restos de fortificaciones y de un castillo que data del siglo XII desde el cual puede tenerse una vista magnífica de todo el entorno.
Recorriendo las calles de Saint Guilhem le Désert nos encontraremos con variados objetos del pasado como dinteles góticos, arquerías, ventanas con reminisencias renacentistas y en la Place de la Liberté nos sorprenderá un plátano que cuenta con 150 años y la belleza de una fuente que pertenece al Segundo Imperio.
Todas las casas aquí son medievales o de estilo renacentista formando un conjunto armónico. Todo esto le otorga un encanto especial que sumado al paisaje que lo enmarca con la ribera del río Verdús, lo hace un sitio inolvidable y que ha hecho merecedor a este pintoresco pueblo el haber sido nombrado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
También, desde la Place de la Liberté es posible llegar hasta los montes de Saint Guillem, pudiendo hacerse tres recorridos o caminos diferentes como son la ruta del Cirque du Bout du Monde que lleva justo hasta el nacimiento del río Verdus en una caminata de aproximadamente una hora. La otra ruta lleva hasta la Capilla de Notre Dame du Lieu Plaissant, un camino maravilloso por lo bonito y apacible y la tercera ruta es el camino de Les Fenestrettes que es parte del Camino de Santiago.
Este es un poblado encantador ideal para pasar un par de días rodeado de un maravilloso paisaje y una rica historia muy interesante de conocer.
Foto Fuente Sunfrance